miércoles, 19 de febrero de 2014

¿Indio o Indígena?


¡¡ INDIO FUE EL NOMBRE CON EL QUE NOS SOMETIERON,
INDIO SERA EL NOMBRE   CON EL QUE NOS LIBERAREMOS!!
Domitila Quispe, Azángaro 1922.



Adoptando este lema, los activistas indios decidieron utilizar la palabra indio en su lucha para el reconocimiento de sus derechos. 

En 1974 tuvo lugar el Primer Encuentro del Parlamento Indio Americano del Cono Sur, realizado en San Bernardino-Paraguay donde participaron indios representantes de las naciones indias Maquiritare, Lengua, Toba, Aymara, Kolla, Mapuche, Quechua, Moyá, Guaraní, Chulupi, Paí-Tavyterá, Ava-Chiripá, Chamacoco, Parixi, y Mataca de Argentina, Bolivia, Brasil, Venezuela y Paraguay. Estuvo también presente una delegación fraternal de la Hermandad India de Canadá (Indian Brotherhood) , quienes presentaron la propuesta de organizar una reunión para la conformación del "Consejo Mundial de  Pueblos Indígenas". El Primer Encuentro del CMPI tuvó lugar en Port-Alberni - Canadá en octubre de 1975 y contó con la presencia de delegados indios de norte, sud y centro america, como tambien con samis e inuit de los países nórdicos, y aborigenes de Australia y Nueva Zelandia.
En 1978 se fundó el Movimiento Indio Tupac Katari MITKA en la Ciudad de Piedras, Collasuyu-Bolivia, y luego en el I Congreso de Movimientos Indios de Sud América,  realizado entre el 17 de febrero y 3 de marzo de 1980 nació en Cuzco-Perú el Consejo Indio de Sud América, CISA, como Consejo Regional del CMPI.

Los Indios de Norte América
ya fundaron el American Indian Mouvement, AIM  en 1968 y el International Indian Treaty Council,  IITC, nació en 1974 con el propósito de internacionalizar la lucha de los pueblos indios.  Al igual del CMPI, el IITC y el CISA lograron obtener la entrada a las Naciones Unidas como organizaciones no-gubernamentales, ONG con estatus consultivo. 
En septiembre de 1977 llegaron a Ginebra delegaciones de pueblos indios de todo el continente americano  para participar en la Conferencia Internacional de las Organizaciones no gubernamentales sobre discriminación contra las poblaciones indias en las Américas. En esta reunión se han elaborado los principios para la defensa de las naciones y los pueblos indígenas del hemisferio occidental. En la próxima Conferencia Internacional de las Organizaciones No Gubernamentales sobre los Pueblos Indígenas y la Tierra participaron tambien delegados de aborigenes de Australia, Samis e Inuits de la region Circumpolar. Este hecho ha dado lugar a utilizar la palabra indígena como denominación de todos los representantes autóctonas del mundo. 


Pero, si todos los indios son indígenas, no todos los indígenas son indios!



La degradación del indio

Por Juan José Toro Montoya - 13/02/2014


Más aún… querían vestirse como españoles. Era, ni más ni menos, un proceso de alienación, un “proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición”
¿Por qué existe tanta resistencia en utilizar el adjetivo indio que, además de natural de la India, significa “indígena de América”?
Algunos se aventuran a señalar que la degradación de esa palabra tiene que ver con la admiración que sentían nuestros indios por el conquistador español que los sojuzgó durante siglos. Esa explicación colisiona con la verdad histórica de que los españoles que conquistaron nuestro continente no eran individuos dignos de admiración. Por el contrario, aquellos que se atrevieron a realizar el largo viaje que, en aquellos inicios, constituía una aventura con destino insospechado, provenían de los sectores más bajos de España. Eran soldados de baja ralea, porquerizos, malvivientes… gente que no podía conseguir un lugar en sus sociedades de origen. Pese a ello, y gracias a la ayuda de miembros de la nobleza incaica, tumbaron un imperio, el Tawantinsuyo, y se apoderaron de todo un continente.
Un manuscrito de 1582 encontrado en la sección Audiencia de Charcas del Archivo General de Indias parece arrojar luces sobre los orígenes de la degradación.
Este documento es un memorial que fue mandado a redactar por los curacas de cuatro grandes naciones de estas tierras, Charkas, Qaraqara, Chuis y Chichas, quienes se quejaban al rey Felipe II por el hecho de que las autoridades españolas no cumplían con los compromisos que los conquistadores habían adquirido con sus abuelos.
Entre los detalles llamativos de este documento está el uso frecuente del adjetivo “indio” pero no para referirse a ellos, a los curacas, sino a quienes les servían en las tierras en las que continuaban mandando. A partir de ahí se advierte una actitud de discriminación ya que el indio gobernante, de clase noble, marcaba una diferencia con el indio que servía, el de la clase plebeya.


Si bien estos indios gobernantes no sentían admiración por los españoles –que por entonces ya eran dueños y señores de esta parte de América–, sí querían ser como ellos. Lo curioso es que no sólo querían mandar sobre las tierras que todavía detentaban sino que, además, querían tener privilegios que en aquellos años sólo estaban reservados a los hispanos: acceso a cargos públicos, montar a caballo, tener asientos en las misas, etc. Más aún… querían vestirse como españoles. Era, ni más ni menos, un proceso de alienación, un “proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición”.
Y la alienación había comenzado temprano: uno de los firmantes era Fernando Ayaviri y Velasco, hijo de Alonso Ayaviri y nieto de Coysara, cacique principal de los Charkas y Saqaqa. Coysara fue un gobernante indio, servil con los españoles, pero no se cambió el nombre. Sí lo hicieron su hijo, su nieto (uno de los firmantes del memorial) y el resto de su descendencia.
Entre otras cosas, el españolizado Fernando pedía “que Su Majestad sea seruido (sic) de que todos mis hijos y nietos y descendientes puedan traer seda y oro y plata y hábitos de español…”
Como se ve, la degradación estaba en curso y, con el paso de los años, no hizo otra cosa que crecer hasta proscribir el adjetivo “indio” que ahora es casi un insulto, una mala palabra que ni siquiera quiere utilizar el Presidente que prefiere llamarse “indígena”.
El autor es periodista, Premio Nacional en Historia del Periodismo

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